En un sistema, ya sea de química, biología o física, existen procesos espontáneos y procesos no espontáneos.
Definición de un proceso espontáneo
Un proceso espontáneo es aquel que ocurre por sí solo, sin ningún aporte de energía del exterior. Por ejemplo, una pelota rodará por una pendiente; el agua fluirá cuesta abajo; el hielo se derretirá en agua; los radioisótopos se desintegrarán; y el hierro se oxidará . No se requiere intervención porque estos procesos son termodinámicamente favorables. En otras palabras, la energía inicial es mayor que la energía final.
Tenga en cuenta que la rapidez con la que se produce un proceso no influye en si es espontáneo o no: puede pasar mucho tiempo hasta que el óxido se vuelva evidente, pero se desarrollará cuando el hierro se exponga al aire. Un isótopo radiactivo puede decaer instantáneamente o después de millones o incluso miles de millones de años; sin embargo, decaerá.
Espontáneo versus no espontáneo
Lo contrario de un proceso espontáneo es un proceso no espontáneo: se debe agregar energía para que ocurra uno. Por ejemplo, el óxido no se vuelve a convertir en hierro por sí solo; un isótopo hijo no volverá a su estado original.
Energía libre de Gibbs y espontaneidad
El cambio en la energía libre de Gibbs o la función de Gibbs se puede utilizar para evaluar la espontaneidad de un proceso. A temperatura y presión constantes, la ecuación de Gibbs es ΔG = ΔH – TΔS, en la que ΔH es el cambio de entalpía, ΔS es el cambio de entropía y ΔG es la cantidad de energía libre o disponible. En cuanto a los resultados:
- Si ΔG es negativo, el proceso es espontáneo;
- Si ΔG es positivo, el proceso no es espontáneo (pero sería espontáneo en la dirección inversa);
- Si ΔG es cero, entonces el proceso está en equilibrio y no ocurre ningún cambio neto a lo largo del tiempo.